miércoles, 24 de abril de 2013

The Man With The Movie Camera

Dziga Vertov (1929)
"El hombre de la Camara" es un clásico del cine mudo que nos permite “re-construir” un retrato de San Petersburgo, a través de la mirada subjetiva del director/narrador. El director no nos permite participar en la construcción del relato, sino que dirige nuestra mirada mediante multitud de imágenes.
Vertov se basa en los cánones del código renacentista de perspectiva, al ofrecernos “un paisaje ya mirado y dominado por otra visión que conduce la nuestra” (Machado, 2009, p. 24).
Pero no se trata de una mirada fílmica totalmente subjetiva, sino que el autor hace uso del juego alternado de campo/contracampo para salir y entrar en la historia, generar en el  espectador la sensación de que la mirada es suya, de que no es conducida, y producir una falsa ausencia de ubicuidad. Sería lo que Machado (2009, p. 70) denomina como “espectador voyeur” o técnica consistente en ocultar la presencia de la cámara y en generar una mirada invisible.
Otro de los aspectos más destacables de la cinta es el uso que se hace de la música y el sonido para guiar al espectador por la producción. Vertov trata los recursos sonoros como algo más que un mero acompañamiento, busca sugerirnos un “punto de escucha” (Machado, 2009, p. 102), mediante la utilización de la cámara como referencia para crear un ambiente sonoro. Utiliza el volumen del sonido y la relación entre sonidos directos y reverberados, para ofrecernos sensaciones de proximidad y alejamiento (Ibíd. p. 105).
En definitiva, podríamos decir que se trata una producción que ofrece al espectador una falsa sensación de protagonismo, utilizando para ello los limitados recursos de la época.

Ojeando la página que enlacé al nombre del director, encontré una información que considero importante conocer. Vertov pertenecía a KINOKI, un grupo de documentalistas y que editaban manifiestos donde exponían sus teorías respecto al cine. Aquí os dejo algunas de las frases que reflejan su visión tecnologicista del cine.
“Lo fundamental: usar la cámara como un ojo fílmico más perfecto que el ojo humano para explorar el caos de los fenómenos visuales que llenan el universo.
El ojo fílmico trabaja y se mueve en el tiempo y en el espacio para captar y registrar impresiones de manera muy diferente de la del ojo humano. Las limitaciones impuestas por la posición del cuerpo o por lo poco que podemos captar de un fenómeno en un segundo de visión son restricciones que no existen para el ojo de la cámara, que tiene una capacidad mucho mayor.
No podemos mejorar la capacidad de nuestros ojos pero podemos mejorar la cámara.
...Soy un ojo fílmico, soy un ojo mecánico, una máquina que os muestra el mundo solamente como yo puedo verlo.
En adelante y para siempre prescindo de la inmovilidad humana; yo me muevo constantemente, me acerco a los objetos y me alejo de ellos, me deslizo entre ellos, salto sobre ellos, me muevo junto al hocico de un caballo al galope, me introduzco en una muchedumbre, corro delante de tropas que se lanzan al ataque, despego con un avión, caigo y me levanto con los cuerpos que caen y se levantan.
Liberado de la tiranía de las 16-17 imágenes por segundo, liberado de la estructura de tiempo y espacio, coordino todos los puntos del universo, allí donde puedo registrarlos.
Mi misión consiste en crear una nueva percepción del mundo. Descifro pues de una manera nueva un mundo desconocido para vosotros y vosotras”.

Referencias:
  • Machado, A. (2009): El Sujeto en la Pantalla. La aventura del espectador, del deseo a la acción. Barcelon: Gedisa Ediciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario